El ser humano en la sociedad
El ser humano busca afanosamente la la convivencia con el fin de obtener una vida digna, en esta búsqueda en hombre debe perfeccionar su inteligencia y voluntad para vivir en armonía junto con sus semejantes. Para desarrollarse en sociedad, el hombre debe organizarse, crear instituciones o establecer normas sin embargo, el vivir en sociedad demanda resolver estos y una serie de dificultades propias de la convivencia social.
El hombre es un ser social y biológicamente es imposible un ser humano fuera de la sociedad. Aprendizaje, costumbres, comportamientos o relaciones llevan al hombre a la vida que entendemos como humana, importancia que contrasta con la poca atención que se ha prestado a la realidad de este análisis.
La persona humana por su misma naturaleza, tiene una completa necesidad de la vida social. Los hombres se agrupan para satisfacer necesidades y aspiraciones que no pueden lograr por sí solos, en definitiva, podemos decir que el hombre vive en sociedad por imposición de la naturaleza. Al respecto, Santo Tomás de Aquino expresaba que “es natural al hombre el ser un animal social o político, que vive en comunidad, más que todos los otros animales… es natural al hombre el vivir asociado con sus semejantes”. Asimismo, Aristóteles decía que “el hombre es un ser sociable… el que no puede vivir en sociedad, o el que no necesita de nada ni de nadie porque se basta a si mismo, no forma parte del Estado, … es un bruto”.
A pesar que hoy en día el poder fáctico de la iglesia está en franca crisis, en particular en Chile, no podemos dejar de mencionar que la Iglesia Católica como tal, ha enseñado a través del tiempo esta sociabilidad natural del hombre, es así como en palabras de León XIII “El hombre está ordenado por la naturaleza a vivir la comunidad política. El hombre no puede procurarse en la soledad todo aquello que la necesidad y la utilidad de la vida corporal exigen, como tampoco lo conducente a la perfección de su espíritu. Por esto la providencia de Dios ha dispuesto que el hombre nazca inclinado a la unión y asociación con sus semejantes, tanto doméstica como civil, la cual es la única que puede proporcionarle la perfecta suficiencia para la vida”.
De los vínculos sociales que son necesarios para el desarrollo del hombre, algunos como la familia y la comunidad política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros proceden más bien de su libre elección. Tomas Menchaca Olivares mencionaba en La Ética Económica, que “el hombre se agrupa en sociedades para alcanzar fines que no puede alcanzar por sí solo, luego forma sociedades mayores para lograr fines que las menores no están en condiciones de proporcionar”. Así entonces, tenemos que cada sociedad es por definición apta para lograr su objetivo o bien común particular, en caso contrario se disuelve o se transforma en otra distinta, la cual sí es apta para lograr su fin.
Ahora bien, ¿qué es una sociedad?, podríamos decir según Jacques Maritain, que es una agrupación humana en la que, a diferencia de una comunidad, los hombres están ligados entre sí por razones de un cierto objeto o propósito común. En las relaciones sociales siempre hay un objeto, sea material o espiritual, en torno al cual se entreteje el trato entre los seres humanos. En una sociedad el objeto es una tarea a realizar o un fin que alcanzar, el cual depende de las determinaciones de la inteligencia y voluntad humanas. Es así como José Ortega y Gasset, decía que lo social es la combinación de los esfuerzos individuales para realizar una obra común.
Una sociedad, es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por principio de unidad que supera a cada una de ellas. Es una asamblea a la vez visible y espiritual, que perdura en el tiempo, recoge el pasado y prepara el porvenir. Mediante ella, cada hombre es constituido heredero, recibe talentos que enriquecen su identidad y a los que debe hacer fructificar.
La sociedad humana más perfecta -puesto que su fin es más importante y comprende en sí las demás asociaciones- es la sociedad civil o política, es decir, la sociedad organizada en un Estado. La sociedad política, a diferencia de la familia, su núcleo básico, o de las asociaciones o cuerpos intermedios, está ordenada al bien más alto, al bien completo del hombre. La sociedad política es una sociedad de sociedades, como dijo Maritain “un converger ordenado de las personas a su perfección común”. El objeto, pues, en el caso de una sociedad política, es el bien común: el fin en orden al cual la sociedad se constituye naturalmente. El bien común es fin y tarea de la sociedad.
Así entonces, la sociedad política es un orden de personas orientadas hacia un fin común, hacia un objetivo valioso para todos los componentes del cuerpo político. Este fin, para tener el carácter de tal, debe consistir en un bien que sea común a todos quienes forman parte de la comunidad, un bien del que todos participen.
La sociedad civil no es un todo destinado a absorber a los individuos, según las doctrinas totalitarias, ni tampoco se reduce a la simple suma de sus elementos integrantes, según las corrientes liberales. Su función fundamental característica es procurar el bien de la persona humana en cuanto se halla integrada dentro de su seno. Según el profundo pensamiento de Santo Tomás de Aquino, “la sociedad civil se ordena de por sí a procurar a la persona humana un vivir pleno y perfecto en el orden natural”.
Como hemos visto, lo social es una dimensión esencial de la naturaleza humana; en el ser humano existen fuertes impulsos sociales. El hombre percibe más o menos claramente su dependencia de la sociedad y la necesidad que tiene ella. Pero cabe puntualizar que, junto al impulso social del hombre, que se traduce particularmente en cooperación con el grupo, existe también una naturaleza antisocial que se expresa sobre todo en una continua voluntad por invalidar toda limitación, de ampliar su capacidad de poder e influencia. Según Mario Verdugo en su Manual de Derecho Político, prácticamente toda la temática del Derecho Político, “incide en describir los esfuerzos que el hombre ha desplegado a través de los siglos, creando instituciones que estimulen los impulsos sociales y limiten al mismo tiempo los antisociales”.
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